Dolmen megalítico de Magacela, en Badajoz.

Una sorpresa para viajeros despistados.


Calle en cuesta de Magacela, Badajoz.
Cuando se hace turismo por Extremadura, pocas veces se sale uno de los típicos destinos cuya fama han incrementado los grandes turoperadores. Si buscas ciudades, te pondrás en camino de Cáceres, Plasencia, Trujillo o Mérida. Si lo que deseas es el contacto con la naturaleza, Monfragüe, las Hurdes, el valle del Jerte o el de la Vera serán tus objetivos. Si aspiras a la tranquilidad de pequeños pueblos, Zafra, Alburquerque, Jerez de los Caballeros, Olivenza, Guadalupe, Garrovillas o alguno los pequeños pueblos de la Vera será el destino de tu viaje. Pues bien, aun siendo muchas y muy interesantes las propuestas citadas anteriormente, si recorres la región sin destino fijo, irás descubriendo grandes sorpresas de las que, si no eres extremeño, es más que probable que nunca las hayas oído nombrar. Uno de esos lugares que puede sorprenderte, y que tal vez no conozcas es el dolmen de Magacela.


Dolmen de Magacela, en la provincia de Badajoz.
Cuando uno circula por las carreteras de la comarca pacense de la Serena, es más que probable que en algún punto del horizonte vislumbre, encaramado a un cerro, que a su vez está coronado por un castillo, el blanco caserío de un pequeño pueblo. Se trata de la localidad de Magacela, muy cerca de Villanueva de la Serena. Recomiendo al viajero que sea un poco curioso, que aparte las prisas a un lado y que se acerque a este pequeño pueblo. Allí, antes de comenzar a escalar sus empinadas calles, un cartel te indicará el lugar exacto en el que se encuentra la gran sorpresa del viaje: toda una construcción megalítica.

Castillo de Magacela, en Badajoz.

El Dolmen de Magacela está formado por 13 ortostatos hincados que conforman una cámara poligonal.  Una peculiaridad de este dolmen es que en alguno de los ortostatos se pueden apreciar unos grabados de tipo esquemático. Estos grabados, soliformes o ramiformes, presentan un trazo continuo, grueso y de cierta profundidad, por lo que se pueden ver con facilidad. Esta construcción, datada en el tercer milenio antes de Cristo no es el único vestigio prerromano de Magacela. En la sierra en la que se asienta el pueblo hay algunos abrigos de la Edad del Cobre.

Calle de Magacela. Badajoz.

Una vez disfrutado de esta obra milenaria, no seas perezoso y sube hasta el castillo. Las calles que te conducen hasta él son tan empinadas como se intuyen desde la distancia, pero merece la pena el esfuerzo. En la fortaleza aún se conservan ciertos lienzos y alguna puerta, además de unas magníficas vistas sobre la comarca de la Serena. En las callejuelas más próximas al castillo también se conserva, pese al abandono en las que las han dejado algunos de sus vecinos, ciertos rincones con encanto ante los que hay que detenerse.

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