Que no debe pasarse por alto
La comuna de Vannes, Gwened en bretón, es la capital del departamento de Morbihan, que junto con Côtes-d’Armor, Finistère e Ille-et-Vilaine conforman la región de Bretaña. Si bien es cierto que es la capital de su departamento, no es la localidad más populosa del mismo, ya que ese honor lo ostenta la ciudad de Lorient. Está emplazada en la zona sur de la región, al fondo del golfo de Morbihan.
Vannes es una visita obligada cuando se está recorriendo la región de Bretaña, al noroeste de Francia. Esta región francesa está llena de bellos pueblos y cuidadas ciudades, pero si de alguna hay que prescindir por falta de tiempo, Vannes no debe ser una de ellas.
El monumento más extraordinario de Vannes quizá sea la catedral gótico románica de Saint-Pierre de Vannes. De estilo románico conserva una de las torres de su fachada principal. En su interior, donde reposan los restos de San Vicente Ferrer, destacan las vidrieras de sus ventanales.
Fuera de la muralla, aunque casi pegado a ella, se encuentra el puerto de la ciudad. Un puerto que se encuentra al fondo de un largo canal que protege a las embarcaciones allí amarradas, tanto del fuerte oleaje como de las profundas mareas del Atlántico.
También extramuros se localiza en soberbio edificio del Hotel de Ville, o Ayuntamiento. La majestuosidad de esta construcción habla por sí sola de los boyantes momentos que vivió la ciudad en tiempos pasados. Especialmente fue una época brillante, desde una perspectiva económica, cuando una importante industria de velas de barco se desarrolló en Vannes. Como apunte histórico hay que decir que Vannes cuenta con más de dos mil años de historia y que sus momentos más delicados los sufrió al ser saqueada en varias ocasiones por los Vikingos.
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