Fiesta del Corpus en Toledo.

Una procesión para vivirla con los cinco sentidos.

Custodia de Toledo en procesión.
Son numerosos los pueblos y ciudades de España que, de una u otra forma, celebran la festividad del Corpus Christi. Las Procesiones, recorriendo las calles engalanadas para la ocasión, es la celebración más repetida. Pero de entre todas esas procesiones destaca con luz propia la que recorre las viejas calles de la capital de Castilla La Mancha. De hecho, la fiesta del Corpus de Toledo está declarada, con toda justicia, de Interés Turístico Internacional. Si tuviéramos que seleccionar las siete maravillas del calendario festivo nacional, sin duda alguna, entre ellas ocuparía un lugar destacado la protagonista de este artículo.

Cofrades durante la Procesión del Corpus en Toledo.

El sentido de la vista es el que más estímulos va a recibir durante el cortejo procesional. Calles profusamente engalanadas con banderas, estandartes, pendones, lámparas y ornamentos florales llenan el recorrido con un colorido que hacen más hermosas, si cabe, las intrincadas calles de la capital del viejo imperio visigodo. Por ello es recomendable visitar la ciudad antes de que comience la procesión. Una vez que ésta esté en las calles, el colorido se incrementa con las vestiduras de los cientos de personas que conforman el cortejo procesional.

Detalle de la decoración de las calles de Toledo durante el Corpus.

Se dijo anteriormente que el sentido de la vista es el que más estímulos va a percibir, pero eso no quiere decir que el ambiente de la fiesta no se perciba a través de los otros sentidos. Con el oído se sentirán los silencios respetuosos al paso de la Custodia catedralicia, obra del platero Enrique de Arfe, o las melodías con las que acompañan los cuerpos castrenses, o los aplausos que en momentos muy puntuales -como es la salida de la custodia de la catedral- llenan las calles toledanas. Con el olfato recibiréis el olor a tomillo, romero y demás plantas aromáticas con el que están decoradas las calles, sin olvidar, por supuesto, el olor a incienso tan propio de las celebraciones religiosas. Con el tacto comprobarás los miles de toledanos y visitantes, especialmente de madrileños, que abarrotan las estrechas callejuelas.

Espectadores de la Procesión del Corpus desde un balcón engalanado.

Después de tantas emociones, solo queda satisfacer el sentido del gusto disfrutando de los exquisitos manjares que se sirven en los mesones toledanos. Es el colofón perfecto para redondear una jornada inolvidable en la siempre espectacular ciudad imperial de Toledo.

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Un capricho de los Reyes Católicos en la ciudad de Toledo