Una hermosa ciudad marroquí
La ciudad africana de Tánger se encuentra situada en el extremo norte de Marruecos, entre el Atlántico y el Mediterráneo. Frente a la ciudad española de Tarifa. Es una de las puertas de entrada a África, a la que se puede llegar tanto en barco como en avión. Esta preciosa ciudad se puede conocer en un día. Posee una bella Medina y unas playas espectaculares. Sorprende por la amabilidad de sus gentes y la mezcla de culturas que se percibe en sus calles. Una opción perfecta para comenzar un viaje por el norte de Marruecos.
La mayoría de los lugares más interesantes de Tánger se encuentran en la Kasbah y la Medina. La Kasbah es un espacio fortificado situado en una de las colinas de la ciudad. Está configurado por un laberinto de callejuelas llenas de encanto, repletas de teterías y con numerosas tiendas de artesanía entre las que es muy fácil desorientarse. El corazón de la Kasbah es la plaza del mismo nombre. Desde esta plaza se accede a un mirador desde el cual se puede disfrutar de unas preciosas vistas del Estrecho de Gibraltar, el puerto y la moderna Mezquita Lalla Abla. Paseando por el exterior de la muralla se encontrarán algunos de los cañones que antaño defendían la ciudad. También se encuentra en la Kasbah el Palacio de Dar-el-Makhzen o museo de la Kasbah. Este palacio es un bonito edificio del siglo XVIII con vistas a la Medina y al Estrecho de Gibraltar. Posee dos patios con fuentes decorados con azulejos y preciosos techos artesonados. En él se expone una muestra de artesanía que revela las distintas culturas que han pasado por la ciudad. Se le debe dedicar tiempo a la Kasbah para recorrer y descubrir todas sus encantadoras callejuelas llenas de bonitos rincones.
La Medina es el barrio más pintoresco y el corazón de la ciudad. Compuesta por un laberinto de callejuelas rodeadas de casas con cierto aire decadente cuyas fachadas están pintadas de blanco y azul. En los bajos de los edificios que conforman la Medina se venden todo tipo de productos: frutas, verduras, alfombras, dulces árabes, juegos de té… Es el lugar ideal para callejear sin rumbo y en el que, seguro, el visitante comprará algún recuerdo.
Por las callejuelas de la Medina se llega al Zoco Chico, punto de reunión en Tánger. En esta plaza es donde se encuentra el Gran Café Central. Ideal para tomar un té observando el trasiego de marroquís y turistas. Esta plaza está rodada de tiendas y restaurantes. Muy cerca se encuentra la principal mezquita de la ciudad y un mirador sobre el puerto. Desde la Medina también se puede acceder al Mercado Central. En este mercado se pueden encontrar todo tipo de productos que se utilizan en la cocina marroquí. Una zona del Mercado Central está dedicada a la venta de todo tipo de pescado. Al salir del Mercado hay que dirigir los pasos hacia el Zoco Grande también conocido como la Plaza 9 de Abril. Es una enorme plaza, que ejerce de frontera entre la parte vieja de la ciudad y la nueva. Suele estar muy animada. Está presidida por una fuente de mármol y rodeada de algunos edificios importantes. Entre estos edificios destaca, la mezquita de Sidi Bou Abib decorada con azulejos y el antiguo Cinema Rif. En esta plaza se encuentran numerosas terrazas en las que sentarse a ver discurrir el tiempo.
El Café Hada es todo un símbolo en Tánger. Está situado a unos quince o veinte minutos andando desde la Medina, en la ladera de un acantilado. El café aún conserva su decoración original y posee varias terrazas escalonadas con preciosas vistas al mar Mediterráneo y al Atlántico. Es ideal para tomar un té con menta acompañado de unos deliciosos dulces marroquís mientras se espera la puesta del sol.
Recorrer Tánger es perderse por la Medina, regatear en los zocos, disfrutar de su gastronomía, de sus deliciosos tés de menta, de la hospitalidad de sus gentes, de sus maravillosas y nada masificadas playas y de una ciudad vibrante que recibe a los turistas con los brazos abiertos.
Si se dispone de más días se pueden realizar algunas excusiones desde la ciudad. Asilah, situada a menos de una hora al sur de Tánger, es un bonito pueblo con una encantadora y cuidada Medina que conserva toda la magia de antaño. Es una escapada casi obligada cuando se viaja a Tánger.
Más cerca, a menos de media hora, se encuentra Cabo Espartel. Desde él se contempla el punto en el que se abrazan el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. Esta excursión puede combinarse con la visita a las Cuevas de Hércules. Se trata de unas grutas naturales donde una leyenda afirma que Hércules descansó tras separar la tierra que unía Europa y África.
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