"El Tubo" de Zaragoza.

El clásico barrio de ocio que ha sobrevivido adaptándose a los tiempos.

Tapeando en El Tubo, Zaragoza.
Son muchos los atractivos turísticos que pueden llevar al viajero a visitar la capital aragonesa: la Basílica del Pilar, que es el más conocido, La Seo, el caudaloso Ebro y sus puentes, las ruinas de la vieja Caesar Augusta, el palacio de la Aljafería, donde tienen su sede las Cortes de Aragón. Pero no solo están las motivaciones de índole turístico. A Zaragoza también se puede ir por nogocios, o tal vez de compras, o simplemente de paso. En cualquier caso, una visita obligada durante la estancia en la ciudad es, sin duda alguna, "El Tubo", eso siempre que no haya sido esta la razón misma del viaje.


Detalle en una fachada de "El Tubo".
El Tubo no es una calle de marcha, sino un barrio entero en el que comparten portales los típicos bares de tapas, restaurantes de platos vanguardistas, con otros establecimientos ocupados por marchantes con solera. Tampoco es una zona de moda de estas que bullen un día con la misma energía con la que languidecen al día siguiente. El Tubo es todo un clásico en el que se daban cita nuestros antepasados cuando acudían a la ciudad para comprar, o simplemente para ver a las vedettes del Plata ligeras de ropa. Hoy en día sigue en plena actualidad pues allí se va a comer ya que no faltan buenos restaurantes, o a tapear, siguiendo esa costumbre tan española de acompañar a la cerveza o al vino, según los gustos, con un buen bocado.
"El Tubo" es una cita imprescindible de Zaragoza.
Sería injusto destacar este o aquel establecimiento, ya que son muchos los que, por una u otra razón merecerían ser citados en este artículo. De hecho, muchos bares se han especializado en alguna tapa concreta, por lo que unos con otros no rivalizan, sino que más bien se complementan. Así pues, mi consejo es que os dejéis llevar por el primer instinto. A buen seguro que vuestra elección no os defraudará.
Actividad frenética en "El Tubo".
El urbanismo, como ocurre siempre en estos casos, le da a la zona del Tubo un toque especial. Sus calles estrechas están ocupadas por los clientes que, a lo más que pueden aspirar es a un taburete. No hay espacio para las típicas mesas de terrazas. En cierto modo, el tapeo es así como se hace. La sombra la dan los viejos edificios que, aunque no demasiado altos, no tienen ningún problema en, con sus aleros, proteger del sol las estrechas callejas.

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