Sigüenza, Guadalajara. La ciudad del Doncel.

Morada de monjes y caballeros.

Cuando uno llega a Sigüenza por donde llega casi todo el mundo, o sea, por la carretera que une la localidad con la autovía  A-2, lo primero que descubre es la mole de su impresionante castillo. Pero la ciudad tenemos que verla desde el lado contrario, desde la serpenteante carretera que asciende por una ladera camino de Atienza. Es desde ese lugar desde donde el viajero obtendrá las mejores panorámicas y podrá percibir el sentido histórico de una ciudad que se construyó a mitad de camino entre lo guerrero y lo religioso. Castillo y catedral destacan entre el caserío rivalizando en majestuosidad sin que uno pueda decir si en esa lid de gallardía hay algún vencedor.


Patio interior del Castillo de Siguenza, Guadalajara.

Una vez dentro del entramado urbano, recorriendo sus empinadas calles, infinidad de detalles trasladan al viajero a la Edad Media. Escudos, rejas, portadas, ventanales, iglesias, palacios... todo en Sigüenza nos retrotrae a esa época en la que monjes y caballeros andaban a sus anchas por estas mismas calles. Por eso esta ciudad merecería ocupar un lugar privilegiado en la Red de Ciudades y Villas Medievales de la que es miembro.

Plaza Mayor de Sigüenza, Guadalajara.
Si bien es cierto que esta ciudad de la provincia de Guadalajara hay que recorrerla con pausa, hay dos lugares en los que la parada es obligatoria. Son, como se dijo anteriormente, el castillo y la catedral. En el primero, convertido en un lujoso Parador de Turismo, habría que alojarse para conocerlo en profundidad. Si no se tiene ese privilegio, por lo menos es imprescindible acceder a su patio interior para que poder comprobar como todo lo recio del exterior del edificio se trueca en delicadeza en su interior.

Bello rincón del Castillo de Sigüenza.
De la catedral seguntina llama la atención su portada sur, flanqueada por dos recias torres que más parecen las de una fortaleza que las de un templo religioso. Pero la estampa más hermosa de la catedral es la que se obtiene desde la Plaza Mayor. Una plaza parcialmente asoportalada que tampoco ha de pasarse por alto. En el interior de la catedral es necesario detenerse en la capilla en la que se encuentra la escultura de Martín Vázquez de Arce, el famoso Doncel de Sigüenza.

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