Yacimiento arqueológico de Itálica

En el municipio sevillano de Santiponce


Itálica, por desgracia, no es uno de los iconos más conocidos de Sevilla. No obstante, su elevado valor histórico y arqueológico lo convierten en una cita imprescindible de la capital andaluza. Para ello es necesario salirse del circuito que habitualmente siguen lo turistas. Pero merece la pena.



La provincia de Sevilla esconde una de las primeras ciudades romanas fundadas, no solo en Andalucía, sino en toda la Península Ibérica. Algunos historiadores la consideran como la primera. Se encuentra en el municipio de Santiponce, a siete kilómetros de la capital hispalense, y bien puede ser considerada como una de las grandes joyas del patrimonio histórico andaluz. Fue declarada Monumento Nacional el 13 de diciembre de 1912. Pero no ha sido hasta los albores del presente siglo cuando se han tomado en serio las labores de estudio del yacimiento arqueológico. 


Hacia el siglo IV la ciudad fue abandonada pos sus pobladores. O más bien habría que decir que su población se desplazó hacia el actual asentamiento de Santiponce. Es posible que bajo las actuales viviendas de la localidad todavía se conserven restos romanos y visigodos. En cualquier caso, la vieja Itálica, del mismo modo que ha sucedido con otras tantas ciudades romanas, ha servido de cantera para las nuevas construcciones. Este desgraciado expolio se ha ejercido hasta tiempos relativamente recientes. Por ello la visita para un turista poco ilustrado puede resultar un tanto desalentadora. 


Entre los restos arqueológicos conservados, el más llamativo es el anfiteatro que, en sus tres niveles, tenía una capacidad para 25000 espectadores. En su interior el visitante puede contemplar un foso que servía de escenario para las naumaquias. También es muy llamativo el contorno de las murallas que cercaban la ciudad. Pero quizá, lo más significativo son las numerosas casas nobles o  domus que se encuentran repartidas por todo el trazado urbano. Estas domus estaban pavimentadas con espléndidos mosaicos formados por miles de teselas. Con las piezas actualmente visibles el visitante puede imaginarse el lujo y meticulosidad de las antiguas moradas romanas.


Otro de los vestigios mejor estudiados son las termas y el conjunto de acueductos y canalizaciones que abastecían de agua a la ciudad. En las termas están perfectamente identificados el caldarium, el tepidarium y el frigidarium a los que eran tan asiduos los ciudadanos romanos. El teatro, situado un tanto diseminado del conjunto, no debe pasarse por alto. Tanta importancia llegó a tener esta ciudad romana, que dos de sus hijos llegaron a ser importantes emperadores romanos: Adriano y Trajano.

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