Prerrománico asturiano.

Dos joyas declaradas patrimonio de la humanidad.

Santa María del Naranco.
Cuando uno llega por primera vez a la capital asturiana, se encuentra con numerosos lugares de obligada visita y, si no dispone del tiempo necesario, difícilmente podrá abarcar todos ellos. Se enfrenta entonces a una difícil elección: ¿qué ver ahora, y qué dejar para futuras visitas? Ante este dilema mi consejo es que dirija sus pasos hacia el monte del Naranco. Es esa montaña en cuya cima, a unos seiscientos metros de altitud, se encuentra el monumento al Sagrado Corazón de Jesús que domina toda la ciudad de Oviedo. Ese es el camino que debe seguir el viajero, aunque no ha de subir hasta lo más alto del monte. La propuesta que aquí les hago se encuentra a mitad de camino, en la ladera del monte del Naranco. Allí se encuentran, separadas por unos doscientos metros, dos joyas del prerrománico asturiano: Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.



San Miguel de Lillo, ejemplo de prerrománico asturiano.
Si nos remontamos a la época en la que casi toda la península Ibérica fue dominada por los musulmanes, allá por el siglo XVIII, en el norte, protegidos por el terreno abrupto que impone la orografía de la Cordillera Cantábrica, quedó un reducto al margen de las tropas invasoras. Furon las tierras dominadas por la monarquía asturiana. Estos monarcas, pretendiendo rememorar la gloria del reino visigodo de Toledo y con cierta influencia del nuevo estilo arquitectónico que estaba naciendo en Europa -el románico- levantaron una serie de edificios con la sufieciente personalidad para que se les agrupara bajo la etiqueta de prerrománico asturiano.
Detalle de Santa María del Naranco. Prerrománico asturiano.
Como dije más arriba, las dos construcciones más representativas, aunque no las únicas, de esta corriente arquitectónica son Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo. Tal es su valor que la Unesco declaró el conjunto de construcciones como Patrimonio de la Humanidad en 1985. Este reconocimiento se basta por sí solo para animar al turista a acercarse hasta el lugar. Para más detalles, entre ambas iglesias se ha habilitado un pequeño pero interesante centro de interpretación que os hará más provechosa la visita. Por si os pareciera poco atractivo el valor artístico de las iglesias, hay que decir que les rodea un paisaje verde que realzan más si cabe la belleza del lugar.
Detalle de San Miguel de Lillo, (o Liño)
Llegado a este punto, para no dejar inconclusa la visita, os recomiendo subir hata lo alto del monte. Allí, donde antes hubo un campo de tiro del ejército, ahora hay una interesante área recreativa para poder disfrutar, entre otras cosas, de las bellas vistas de la ciudad ovetense. Se puede subir a pie, en coche o en bicicleta como hacen de vez en cuando los ciclistas participantes en la Vuelta Ciclista a España que ha convertido esta llegada en una de las metas clásicas.

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