Pasión y devoción para unos, espectáculo para otros.
Independientemente de las connotaciones religiosas de la Semana Santa, que sin duda las tiene, hoy día se ha convertido en una manifestación cultural de primer orden. Las procesiones que recorren las calles de muchos pueblos y ciudades son una expresión artística que no dejan indiferente a nadie. Más allá de las creencias religiosas que uno pueda tener, o no tener, el espectador no puede dejar de asombrarse, aun habiendo sido testigo reiteradamente, ante el espectáculo que ofrecen las calles recorridas por hileras interminables de penitentes custodiando los pesados pasos que portean braceros o costaleros. En Castilla y León, ocho de sus Semanas Santas llevan el sello de Fiesta de Interés Turístico Internacional.
Ávila.
¿Qué mejor escenario para los cortejos de Semana Santa que una ciudad Patrimonio de la Humanidad? En el magnífico escenario que proponen las murallas abulenses el viajero encuentra un total de dieciséis procesiones en las que desfilan nada menos que 39 pasos. Una Semana Santa caracterizada por el silencio roto por el flamear de las antorchas y el sonido áspero de las carracas. En muchos momentos el telón de fondo de esta representación son las centenarias murallas.
León.
Hablar de la Semana Santa de León nos lleva irremediablemente a hablar de los papones y a su explicación. Los papones es el nombre con el que en León se conoce a los cofrades. El nombre viene porque, al vestir de negro, eran figuras tétricas que daban miedo a los viandantes. Ese parece ser que es el significado original de la palabra. Hoy todos los papones de León ya no visten de negro, sino que se han incorporado otros colores. Pero el nombre se ha hecho extensivo a todos los cofrades. Además también hay paponas. Otra curiosidad que has de conocer de la Semana Santa leonesa es que ir a "matar judíos" es ir a tomar vinos al barrio húmedo.
Medina del Campo.
Bajo la enhiesta torre del homenaje del castillo de la Mota los penitentes de Medina del Campo recorren las calles de la localidad. Un testigo excepcional de una de las Semanas Santas castellanoleonesas más importantes. Un momento especial se produce la noche del Jueves Santo cuando se canta el Miserere a la luz de las antorchas que portan los cofrades.
Medina de Rioseco.
Presumen en Medina de Rioseco de conservar unas procesiones inalteradas en el tiempo. Cambian las personas, pero no la forma de representar la pasión de Cristo. Tradición pura y dura en el más estricto sentido de la palabra. Momentos de máxima expectación se produce a la salida y entrada de los llamados pasos grandes por las pequeñas puertas de las iglesias.
Palencia.
Desde el Viernes de Pasión, en el que sale la Procesión de la Sentencia, a manos de la cofradía de la Hermandad de la Sentencia, hasta la del Rompimiento del Velo del Domingo de Resurrección de la que se encarga la Cofradía Penitencial y sacramental de la Vera Cruz, un total de veinte procesiones recorren las calles palentinas. Además del sonido de las carracas, te sorprenderá el del "tararú", una especie de corneta que ofrece un colorido sonoro muy original.
Salamanca.
Salamanca es ciudad de estudiantes en la que fiestas de un auge creciente como la Nochevieja de los Estudiantes comparte escenarios, pero no tiempo, con las jornadas de recogimiento de la Semana Santa. Un acto muy interesante son los Oficios que se celebran en la capilla de la vieja universidad salmantina. Un acto a mitad de camino entre lo litúrgico y lo académico que se celebra desde tiempos ancestrales y que, como otros muchos, se representa en un marco monumental.
Valladolid.
La magia de la Semana Santa de Valladolid radica en la calidad de los pasos. Auténticas obras de arte procesionan por las calles vallisoletanas recibidas por la multitud de espectadores que se agolpan a su paso. Juan de Juni o Gregorio Fernández son los autores de algunas de las esculturas policromadas que recorren las calles vallisoletanas. Posiblemente nos encontremos ante una de las colecciones de este tipo más valiosas del mundo.
Zamora.
Hablar de la Semana Santa de Zamora es referirse a su conocidísima Procesión de las Capas Pardas que se celebra en la madrugada del Miércoles al Jueves Santo. Es la expresión máxima de la sobriedad castellana. Penitentes encapuchados en sus bastas túnicas pardas recorren las calles de la ciudad acompañadas de un silencio sepulcral.
(*) Las imágenes de este artículo nos han sido facilitadas por las Juntas de Cofradías de Semana Santa de cada una de las localidades.
(*) Las imágenes de este artículo nos han sido facilitadas por las Juntas de Cofradías de Semana Santa de cada una de las localidades.