Patones de Arriba.

La pequeña joya de la sierra pobre madrileña.
Rincón con encanto.
Aún recuedo la primera vez que visité el pequeño pueblo de Patones de Arriba, hace ya unos cuantos años. En aquella ocasión, tras comer en un acogedor restaurante, entablé conversación con uno de los camareros que en él trabajaban. En aquella conversación el amable camarero me contó como el pueblo, que hasta no hacía mucho tenía diecisiete habitantes, tras el fallecimiento de uno de sus vecinos y la marcha de su cónyuge con los hijos a Madrid, la población se había quedado reducida a quince habitantes. Aun con todo, Patones de Arriba contaba en aquel entonces con seis restaurantes y un hotel.

Calle de Patones de Arriba.
Si a la anécdota narrada anteriormente añadimos que la oferta hotelera, lejos de disminuir desde aquel entonces, ha aumentado, y que el lugar apenas dista sesenta kilómetros de la populosa capital de España, fácilmente nos podremos imaginar algunas de las características del pueblo. Una de esas características es la masificación de visitantes que se produce durante los fines de semana.
Atigua iglesia de Patones.
No hace mucho tiempo escuché en la radio como un locutor utilizaba la expresión de "pueblo belén" para describir aquellos pueblos restaurados pensando exclusivamante en el turismo, de tal modo que todo se hacía pensando en y para los turistas. Pues bien, esta expresión es muy acertada si la utilizamos para describir a Patones de Arriba. El legado de casas con paredes de mampostería, en los que la pizarra aduiere cierto protagonismo, que abandonaron sus moradores cuando a mediados del siglo XX decidieron bajarse a vivir al valle adquirió un nuevo valor ante los urbanitas. Se unió entonces la no adulteración de materiales constructivos debida al abandono, con el nuevo deseo de conservar y restaurar las viejas construcciones utilizando en exclusiva esos mismos materiales constructivos. El resultdo salta a la vista: un conjunto de casas de piedra,  pizarra y balcones de madera, sin singún otro elemento que desentone, que forma un auténtico "pueblo belén".
Calle de Patones.
Para cuando visitéis este bello rincón de la sierra norte madrileña, si es que todavía no lo habéis hecho, os doy dos buenas recomendaciones. La primera es que evitéis, si os resulta posible, ir en sábado, domingo o festivo ya que en estos días la concurrencia de turistas es tal que se pierde buena parte del encanto. La segunda recomendación es que no intentéis subir hasta el mismo pueblo con el coche. En este sentido, considero que lo más sensato es dejar estacionado el vehículo en un aparcamiento que han habilitado a la salida de Patones de Abajo. Desde allí ascended a pie a través de un sendero perfectamente señalizado que discurre, en buena parte de su trayecto, a través de un vallejo. Así practicaréis una de las actividades deportivas más habituales de la sierra madrileña: el senderismo.
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