Plaza Mayor de Salamanca.

Punto de encuentro.

Soportales de la Plaza Mayor.
Cuentan los salmantinos de cierta edad que antaño la Plaza Mayor era el lugar al que acudían chicos y chicas para encontrarse. Para ello utilizaban una estrategia tan sencilla como eficaz. Los chicos, en grupo, paseaban bajo los soportales en una dirección, dándole la vuelta a la plaza. Las chicas, también en grupos, lo hacían en la dirección opuesta. De ese modo, unos y otros se veían, y se dejaban ver, un par de veces por cada giro completo que le daban a la plaza. El sistema era tan eficaz, que no solo veían, y se dejaban ver, al pretendido o pretendida, sino que ante los ojos de cada jovenzuelo, desfilaban todos los miembros del sexo opuesto.

Con el paso de los años, este coqueteo bajo los soportales de la plaza desapareció. Pero el ágora salmantina sigue siendo, obviamente de otra manera, punto de encuentro. Allí se reúnen los estudiantes, de los que abundan en Salamanca, tras las clases, o los turistas para recorrer el interesante casco viejo, o cualquier salmantino para practicar la sana costumbre del tapeo.

Terrazas en la Plaza Mayor salmantina.

Esta plaza, que según se puede leer en muchas guías de turismo es la más hermosa de España, debe su fisionomía actual al arquiecto barroco Alberto de Churriguera. Aunque el autor, tal como ocurre en muchos otros monumentos de relevancia, no vio concluida su obra. Como curiosidad apuntaré que si bien parece cuadrada, no lo es. Más todavía, cada uno de sus cuatro lados tiene una medida diferente. Esta anomalía, o mejor dicho, esa peculiaridad es debida a que en su origen hubo de adaptarse al terreno sobre el que se construyó respetando ciertas construcciones de abolengo preexistentes.
Detalle de un medallón.
Las cuatro fachadas están decoradas con infinidad de motivos. Entre ellos destacan los utilizados en la recargada fachada del Ayuntamiento, con un acabado bien diferente al proyecto inicial, o los medallones que hay labrados entre los ochenta y ocho arcos que cierran el recinto. En estos medallones está esculpido el busto de reyes y personajes ilustres.
Un rincón muy recomendable, que suele pasar desapercibido para el turista poco documentado, es el mesón Cervantes. Se trata de una pequeña taberna situada en un primer piso desde cuyos balcones se obtiene una placentera vista de la plaza. Para subir a esta taberna hay que acceder a través de una empinada y escondida escalera. En el lugar se respira el típico ambiente universitario que, sin duda alguna, es una de las principales señas de identidad de esta ciudad castellanoleonesa. Un lugar ciertamente muy adecuado practicar la que llamé anteriormente sana costumbre del tapeo.

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