Plaza Mayor de Puerto Lápice.

Un recinto singular.

Puerto Lápice es una localidad de la provincia de Ciudad Real cuya población se aproxima al millar de habitantes. Está ubicada junto a la A-5, autovía que une la capital de España con Andalucía, y su principal atractivo es su original Plaza Mayor. Tampoco faltan en el municipio los recuerdos del personaje literario más universal de Castilla la Mancha: don Quijote.


Puerto Lápice debe su nombre, en primer lugar, a las ligeras ondulaciones del terreno  que rompen la llanura manchega. Estas provocan que para acceder hasta él desde determinados lugares haya que sortear alguna ligera pendiente, como si de un puerto se tratase. Por otro lado, el apellido lo obtiene debido al terreno que hay bajo sus casas formado por piedra lapícea.


La estampa más característica de Puerto Lápice es su Plaza Mayor, aunque su nombre real es el de Plaza de la Constitución. Se trata de un recinto rectangular y está rodeada de soportales de madera en las dos alturas de sus cuatro lados. Dicho así podría pensarse que se trata de otra típica plaza castellana, pero desde su interior el viajero comprobará que no es así. Esta plaza tiene mucha personalidad y su imagen es inconfundible, siendo una de las Plazas Mayores más bonitas de Castilla La Mancha.


Lo primero que llama la atención es que tras los soportales de tres de sus lados no hay construcciones, lo cual no deja de ser algo insólito. Por lo tanto, la plaza puede verse tanto desde dentro como desde fuera. Por otro lado llama poderosamente la atención el color de los postes, zapatas y barandillas de los soportales.  Son de tono almagre, que es el rojo característico del óxido de hierro.


Pero más allá de la Plaza de la Constitución, Puerto Lápice, como no podía ser de otra forma al situarse en el corazón de la Mancha, es un pueblo quijotesco. Tal es así que hasta en cuatro ocasiones aparece citado en la genial obra de Cervantes. Como lugar histórico de paso, otra de sus características son las ventas que en otros tiempos servían de descanso a los carreteros que cruzaban las polvorientas llanuras manchegas. Hoy día puede visitarse una de ellas: la Venta del Quijote. El patio de la Venta del Quijote, está decorado con numerosos detalles que evocan a  la magistral obra cervantina. Muy cerca de ella se encuentra la modesta Iglesia de Nuestra Señora del Buen Consejo.

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