Ledesma, una escapada por la provincia de Salamanca.

Historia, arte y gastronomía.

Verraco de Ledesma, Salamanca.
La localidad de Ledesma se sitúa a unos treinta y cinco kilémetros de la ciudad de Salamanca, junto al río Tormes, cuyas aguas bajan en busca de las del río Duero, ya próximo. Se levanta sobre una muela de granito. Esta misma roca es la que se ha utilizado para la construcción de la mayoría de los nobles edificios que conforman el casco urbano. Por ello, el color dominante en la ciudad es el gris. Un gris tallado a golpe de siglos de historia de la que presumen orgullosos los ledesminos. Testigo de este pasado es el río Tormes que es atravesado por varios puentes -uno de ellos con el sugerente nombre de puente Mocho- levantados en diferentes épocas. Alrededor de la población, extensas dehesas configuran un ecosistema óptimo para la cría del ganado bovino.


Para no perderte ningún detalle en tu visita a la localidad de Ledesma te recomendamos que sigas el recorrido que está marcado en sus calles. Si además lo haces acompañado del folleto turístico que lo explica, mucho mejor. De ese modo no te perderás ninguno de los rincones que forman las iglesias, palacios y lienzos de muralla. Una buena idea es, tras aparcar tu vehículo extramuros, dirigirte hasta la plaza Mayor para comenzar el recorrido desde allí.
Puente sobre el río Tormes a su paso por Ledesma, Salamanca.
En la plaza  Mayor, además del Ayuntamiento, te encontrarás el edificio religioso más relevante de la ciudad: la iglesia de Santa María la Mayor. Siguiendo el recorrido irán salido a tu paso otras iglesias, palacios y, sobre todo, el Castillo. Es, junto a los diferentes lienzos de muralla, la construcción más imponente. Para acceder a su interior tendrás que pedir la llave en un bar que hay muy cerca de la entrada.
Rincón de Ledesma con la Iglesia de Santa María al fondo.
En la plaza Fortaleza verás la curiosa escultura de un verraco al que el paso del tiempo le ha dejado sin cabeza. Esta imagen te da una idea de los lejanos tiempos desde los que este lugar está habitado. Además del ya citado verraco, en Ledesma puedes visitar un vestigio megalítico. Es el menhir que se yergue con su forma fálica a más de dos metros y medio de altura en un mirador sobre el río Tormes. También tenemos que anotar aquí que los historiadores locales no se ponen de acuerdo sobre la procedencia de este monolito.
Castillo de Ledesma, en Salamanca.
En Ledesma, además de todos los edificios que la hicieron en 1975 merecedora del reconocimiento de  Conjunto Historico Artístico, hay que destacar la amabilidad de sus gentes. Soy de los que piensan que el mundo está lleno de gente buena, aunque no siempre uno da con  ella. En cambio, todas las personas con las que traté en Ledesma me resultaron de extrema amabilidad, y eso, hoy en día, no es fácil encontrarlo. Y hablando de amabilidad, no podemos terminar sin citar la Taberna de la Fernandica. Es uno de esos lugares en los que comer resulta una experiencia inolvidable. La amabilidad de su propietaria unido a la autenticidad del local hacen de este restaurante una cita imprescindible en esta localidad salmantina.

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