Monasterio de Guadalupe

Una joya escondida en las Villuercas

Calle en la Puebla de Guadalupe.
Escondida y protegida por las abruptas tierras de la comarca de Las Villuercas, al este de la provincia de Cáceres, se encuentra la localidad de Guadalupe. Una localidad que vive por y para el Monasterio. Llegar hasta allí resulta algo incómodo pues, aunque las carreteras están en buen estado, y sería injusto quejarnos de ellas, no dejan de ser vías de montaña en las que el vaivén de las constantes curvas se convierte en un compañero inseparable del viaje. No obstante, las dificultades que se puedan encontrar en el camino están sobradamente recompensadas con la belleza del destino.


El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, pese a eso de la globalización y de la sociedad de la información, no es demasiado conocido más allá de las fronteras extremeñas. O al menos, no es tan relevante como lo fue antaño y como lo debiera de ser hoy en día. No hay que olvidad que el nombre de Guadalupe ha sido exportado a no pocos lugares del otro lado del Atlántico. Incluso la tradición cuenta que los primeros indios que Cristóbal Colón trajo a su regreso de América, fueron llevados hasta esta localidad para ser bautizados en la fuente de la plaza, frente a las puertas monacales.


Los tesoros que alberga el monasterio son innumerables, ya sean arquitectónicos, escultóricos o pictóricos. También hay que destacar el valor intangible de la Virgen de Guadalupe que es el principal foco espiritual de toda Extremadura. Toda esta riqueza patrimonial le valió para que ya en el siglo XIX, y más concretamente en el año 1879, fuese declarado Monumento Nacional. Incluso la Unesco puso aquí sus ojos declarándolo Patrimonio de la Humanidad en 1993. Tanta es la majestuosidad del monasterio que la Puebla de Guadalupe queda injustamente relegada a un segundo plano. En imprescindible dedicar un poco de tiempo a pasear por las estrechas calles y dejarse sorprender por las joyas de la arquitectura popular decorada con los coloridos geranios.


Un lugar como éste merece la pena ser visitado con calma, algo que no va a resultar difícil, ya que la paz interior del monasterio transciende los gruesos muros e inunda las viejas calles de la Puebla. Así pues, es recomendable que tomarse su tiempo y descansar en alguno de los muchos y muy buenos establecimientos que allí hallarás. Entre esos establecimientos hay dos que, por su especial interés, deben destacarse aquí. Uno de ellos es el Parador de Turismo, ubicado en el antiguo hospital de Nobles, cuyos patios ajardinados invitan al sosiego. El otro establecimiento, algo más económico, pero en el que se respira una solemne austeridad, es la Hospedería del Monasterio.

Un alto en el camino también lo merece el Viaducto de Guadalupe. Se trata de una imponente infraestructura ferroviaria construida en la primera mitad del siglo pasado que nunca llegó a ver circular los trenes. Ahora se nuestra imponente sobre el cauce del arroyo Guaddalupejo.

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