Una jornada en la Malvarrosa.

La playa por antonomasia de Valencia.


La playa de la Malvarrosa es, con letras mayúsculas, la playa de la ciudad de Valencia. Pero desgraciadamente esta afirmación lleva asociada una connotación negativa: la de toda playa urbana. Y cuando hablamos de una playa de una gran ciudad, como es el caso que nos ocupa, todos pensamos automáticamente en una larga serie de calificativos negativos asociados a esa circustancia. A saber: masificación de bañistas, basura entre la arena, mal ambiente humano, deterioro del medio ambiente, aguas sucias por la proximidad de un gran puerto, etc. Liberarse de todos estos prejucios es tarea complicada, pero no imposible.



Pasoe junto a la playa.

En mi última y reciente visita a la capital levantina pude comprobar en primera persona "el buen rollo" que se respira en la playa cuya luz fue fuente de inspiración de uno de los más grandes pintores impresionistas de España: Joaquín Sorolla. Arenas impecables, aguas tan limpias como la de cualquier otro punto del mediterráneo, un paseo peatonal, el de Neptú, con buenos restaurantes en los que sentarse a escuchar el constante ronroneo de las olas, y los valencianos, amables y atentos como los que más.

La Malvarrosa en plena actividad.

Por otro lado, el puerto ya no es el vecino incómodo que nadie desea a su lado. Desde su remodelación para albergar la Copa América en dos ediciones, o las más recientes celebraciones de una prueba del campeonato del mundo de Fórmula 1, ha cambiado radicalmente su imagen. El puerto de Valencia ya no es la puerta trasera de la ciudad. Más bien todo lo contrario. Los valencianos ven en su puerto, junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, uno de sus mejores escaparates para proyectar al mundo la imagen de una ciudad moderna y cosmopolita.

Restaurantes y hoteles junto a la playa de la Malvarrosa.

Recomendar la Malvarrosa para pasar unas vacaciones basadas en el típico turismo de sol y playa no sería nada acertado por mi parte. Así pues, no lo haré. Pero lo que sí recomiendo, y además muy encarecidamente, es que una visita a la ciudad, independientemente de cuál sea el motivo, puede tener un buen colofón con un poco de relax en sus arenas. Eso sí, siempre evitando el fin de semana, en el que, cuando el sol aprieta, muchos ciudadanos acuden aquí en masa. Ni qué decir tiene que el arroz, aunque no necesariamente elaborado en típica paella, debería de formar parte de vuestro menú en una jornada en la Malvarrosa.
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