Mallos de Riglos.

Icono de los escaladores en en el Alto Aragón.

Mallos de Riglos. Huesca-
Existen lugares en los que la naturaleza, siempre caprichosa, se muestra arrogante, provocando a los humanos con parajes extraordinarios. Pero el hombre, orgulloso a más no poder, no se conforma con ser partícipe de la belleza que le ofrecen, sino que, de un modo u otro, pretende dominarla. Los Mallos de Riglos muestran a la vista del viajero un paisaje extraordinario, vertiginoso y casi idílico. Pero el humano, desde tiempos remotos, ha mostrado su indomable interés por llegar hasta la cima de cada una de las agujas pétreas de estas singulares formaciones rocosas. Tanta soberbia ha dejado por el camino un reguero de escaladores muertos que mitifican todavía más este rincón oscense.


A casi 50 kilómetros al noroeste de la ciudad de Huesca, ya en el Prepirineo , encontramos los Mallos de Riglos. Muy próximos al cauce del río Gállego, en el valle del río Ebro, se localizan estas singulares formaciones geológicas denominadas mallos. Consisten en farallones y agujas formadas a base de cantos rodados envueltos en arenas y cementados con material calcáreo. Estos conglomerados rocosos son muy característicos de las sierras del Prepirineo y, aunque estos de Riglos son los más conocidos, no son los únicos. En la cercana localidad de Agüero existen otras formaciones similares.
Mallos de Riglos, en la provincia de Huesca, Aragón.
Cada uno de los mallos o agujas rocosas que completan el conjunto ha sido bautizada con un nombre diferente. Los más elevados son el Firé y el Pisón, cuya altura ronda los 300 metros. Cuchillo, Fechín o Visera son algunos de los nombres con los que se conocen la formaciones más singulares.

El pequeño pueblo de Riglos, con sus casitas blancas, se yergue a los pies de este grandioso fenómeno geológico. Contemplándolo desde la distancia el caserío queda hermosamente ridiculizado ante la majestuosidad de los mallos.
Pueblo de Riglos, a los pies de los Mallos.
Las paredes rugosas de estas formaciones rocosas, unido a su imponente altura, las convierten en un destino inigualable para los amantes de la escalada. Una disciplina deportiva que se ha practicado en este lugar desde sus orígenes y que ha dejado una larga lista de deportistas que encontraron en su desafío la muerte. Una lúgubre trayectoria que ha convertido a los Mallos de Riglos en todo un icono del mundo de la escalada.

Sin embargo, no es necesario ser escalador para sorprenderse ante la grandiosidad con la que la naturaleza nos deleita en este rincón del Alto Aragón. Un centro de interpretación instalado en la localidad ayuda al visitante a profundizar en el origen y posterior modelado de estas bellas formaciones geológicas.
Monolito y placa que recuerda a los escaladores fallecidos.
Antes de llegar al pueblo, un monolito levantado junto a la carretera recuerda los nombres de quienes alcanzaron en estas paredes verticales el fin de sus días. Detenerse junto a dicho monolito sirve para, además de recordar la memoria de aquellos valientes, disfrutar de las magníficas vistas que ofrecen estas rocas de tonalidad rojiza con el pueblecito de Riglos postrado a sus pies.

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